EL OLIVO EN LA LEYENDA, LAS RELIGIONES Y LA LITERATURA ANTIGUA

El árbol tiene en casi todas las culturas un importante valor simbólico. Las raíces se sujetan fuertemente a la tierra y se dirigen hacia el averno; el tronco se eleva en el mundo de los hombres, mientras que la copa va hacia regiones inalcanzables. Ofrece vida, alimento, protección; todos los años reverdece y se renueva; es símbolo de longevidad, de fertilidad y de madurez.

El olivo en las culturas mediterráneas

En todo el Mediterráneo el olivo se confunde con el origen de los pueblos que lo habitan, que llegaron a elevarlo al rango de árbol sagrado, regalo de los dioses, digno de ser adorado y de ser defendido. De madera e olivo se hacían los cetros de los reyes y con su aceite se ungían reyes y sacerdotes. Una leyenda cuenta que Adán, cuando se aproximaba el momento de su muerte, evocó la palabra del Señor, que le había dado el aceite de la misericordia para redención suya y de toda la Humanidad.

Envió a su hijo Set a la montaña donde el Paraíso Terrenal había quedado bajo la protección de un querubín para que le supliara. Tomó tres semillas del árbol del Bien y del Mal y dijo a Set que las pusiera en la boca de Adán difunto. Colocadas así, cuando Adán fue enterrado en el Monte Tabor, las tres semillas germinaron dando raíces y después tres tallos que formaron un olivo, un cedro y un ciprés, los tres árboles mediterráneos. Hace seis mil años que los egipcios atribuían a Isis, mujer de Osiris, dios supremo de su mitología, el mérito de enseñar a cultivar y utilizar el olivo.

Comprar Aceite de Oliva Virgen Extra

El aceite de oliva en la Antigua Grecia

Palas Atenea, diosa de la paz y de la sabiduría, nacida milagrosamente de la frente de su padre Zeus tras haberse tragado a Metis embarazada, es para los griegos el origen del olivo.

Cecrops fundó una pequeña colonia en Atica, en el siglo XVII a.C., que atrajo a los habitantes de la zona, hasta entonces nómadas. Palas Atenea disputaba a Poseidón el honor de darle su nombre, por lo que la asamblea de los dioses acordó concedérselo a aquél de los dos adversarios que les proporcionase el invento más útil. Poseidón, golpeando con su tridente, hizo salir de la tierra un magnífico caballo bello, rápido, capaz de arrastrar carros pesados, de ganar combates. Atenea hizo brotar un olivo capaz de dar la llama para iluminar, de suavizar las heridas, de ser un alimento precioso, rico en sabor y dador de energía.

El pueblo consideró que el olivo era de mayor utilidad para el hombre, lo que valió a Atenea la soberanía sobre la región y la ciudad que lleva su nombre. El olivo que brotó en la Acrópolis fue rodeado por un muro y guardado por la casta de guerreros consagrados para defenderlo. Cuando los enemigos se aproximaban, todos los ciudadanos se agrupaban dentro de las murallas, junto al olivo, hasta que el peligro cesaba.

Después, en las guerras médicas y tras el incendio de la Acrópolis y de su olivo sagrado por Jerjes, cuando los atenienses volvieron a su ciudad y encontraron los monumentos destruidos, vieron que el olivo plantado por la diosa había echado retoños de la raíz, superando la destrucción y mereciendo ser el símbolo de la inmortalidad. En otra leyenda, también los griegos atribuyen a Aristeo, hijo de Apolo y de la ninfa Cirena, el cultivo y el uso del olivo. Sólo confiaban el cultivo del olivar a las vírgenes y a los hombres puros. Tales de Mileto, en Grecia, unos 600 años a.C., gracias a ciertas observaciones que hizo sobre los astros, adivinó que la producción de aceite iba a ser extraordinaria.

Arrendó los molinos de la región y gracias a su monopolio obtuvo unas fabulosas ganancias. Fue unos e los primeros en comerciar con el aceite.

El olivo en la cultura romana

Para los romanos, Rómulo y Remo, descendientes de los dioses y fundadores de Roma, vieron la primera luz bajo las ramas de un olivo. En la mitología de Roma, Minerva es la diosa de la paz y de la sabiduría y de ella se decía que dio a la humanidad el arte de cultivar el olivo y de hilar la lana, y a Hércules se achaca que fue el impulsor de la propagación de este árbol por las riberas del Mediterráneo, gracias a que cada vez que golpeaba con su maza de madera de olivo, ésta echaba raíces y brotaba un árbol.

El olivo en la biblia

La Biblia, que cita unas 140 veces el aceite y cerca de 100 el olivo, es una rica fuente de referencias sobre los usos religiosos del aceite de oliva. En el Génesis, la paloma soltada por Noé vuelve al arca por la tarde trayendo en el pico una ramita verde de olivo, prenda del final del Diluvio y símbolo del restablecimiento de la paz entre Dios y los hombres.

El libro de los Jueces dice: “pusiéronme en camino los árboles para ungir un rey que reinase sobre ellos y dijeron al olivo: reina sobre nosotros. Contestóles el olivo: ¿voy yo a renunciar a mi aceite que es mi gloria ante Dios y ante los hombres para ir a establecerme entre los árboles?”. En el Exodo, Yaveh enseña a Moisés a preparar el óleo para la unción sagrada: “Tú toma aromas de mirra virgen, 500 siclos; de cinamo aromático la mitad, es decir doscientos cincuenta; de caña aromática doscientos cincuenta; de cassia, quinientos según el siclo del santuario, y de aceite de oliva un him” (500 siclos son unos 7 kg. y un him, 6 litros).

Dice también: “Manda a tus hijos que te traigan el aceite más virgen de los árboles de oliva, para que arda siempre en la lámpara”. El Levítico describe las oblaciones hechas en los sacrificios: “Quien quiera ofrecer una oblación de homenaje al Señor, haga su oblación de flor de harina y derramará encima aceite y pondrá sobre ella incienso. Si quisiera ofrecer una oblación de cosas cocidas al horno, será pasta de flor de harina ázima amasada con aceite o galletas sin levadura untadas con aceite. Si la oblación es una ofrenda hecha en sartén, que sea de flor de harina untada con aceite, sin levadura, la partirás en trozos y echarás encima aceite: es una oblación. Si la oblación fuese cosa cocida en la parrilla, será de flor de harina con aceite”. En el Deuteronomio se califica a la tierra de Aser, Palestina, como país rico en olivos y aceite. “Bendito más que otros hijos, Aser, sea favorito entre sus hermanos; en el aceite meterá sus pies”.

Otras menciones

En el Primer Libro de los Reyes, se lee que Irma, rey de Tiro, facilitó a Salomón cuanta madera de cedro y abeto necesitó para la construcción del templo y Salomón la devolvió trigo y aceite virgen. El Segundo Libro de los Reyes hace referencia al Profeta Eliseo que multiplicó milagrosamente el aceite para una viuda y sus dos hijos: “Vete a pedir fuera a todos los vecinos vasijas vacías y no pidas pocas.

Cuando vuelvas a casa cierra la puerta tras ti tras tus hijos y echa en todas esas vasijas el aceite conforme vayan llenándose. Cuando estuvieron llenas todas las vasijas dijo a uno de sus hijos: dame otra vasija: pero él respondió: ya no hay más. Estacionóse entonces el aceite y ella fue a dar cuenta al hombre de Dios, que le dijo: Vete a vender el aceite y paga la deuda, y de lo que te quede, vive tu y tus hijos”.

El olivo fue excepcional testigo de la vida de Jesucristo. En el Huero de los Olivos, en Getsemaní, rezó y lloró inmediatamente antes de la pasión y muerte, y en tierra de olivar fue enterrado.

El olivo en otras culturas y religiones

El Corán habla de este árbol “que brota en el Monte Sinaí, que da grasa y condimento a los comedores” y canta con estas palabras a Dios y a su luz: “Dios es la luz de los cielos y de la tierra. Su luz es a semejanza de una hornacina en la que haya una candileja, la candileja está en un recipiente de vidrio que parece un astro rutilante. Se enciende gracias a un árbol bendito, un olivo ni oriental ni occidental, cuyo aceite casi reluce aunque no lo toque el fuego. Luz, sobre luz, Dios guía a quien quiere, hacia su luz y Dios moldea sus parábolas para los hombres. Dios es omnisciente de toda cosa”.

La literatura griega y romana están repletas de referencias al olivo y a sus producciones. Homero evoca el suave resplandor del aceite en las lámparas. Para los helenos, los descendientes de los dioses nacen bajo los olivos y Latos da a luz a su sombra durante su estancia en Delos.

En Fenelón dice Telémaco que una rama de olivo era también el símbolo de los suplicantes y de los que pedían la tregua y la paz. Virgilio, en las Geórgicas, canta al olivo y a sus frutos untuosos.

Ovidio, en las Metamorfosis, muestra a Beocis confeccionando una frugal comida con aceite de oliva para sus celestes invitados. Horacio,

Lucrecio, Marcial y la mayoría de los poetas evocan al árbol plateado. De forma más prosaica, Plutarco recuerda en César la fuente de beneficios que fue para el vencedor el aceite de Numidia.

Catón en su Tratado de Agricultura, da una lista de material necesario para la producción del olivo y se su aceite. Plinio el Viejo advierte, en su Historia Natural, que el accidente más funesto para la aceituna es la lluvia en el momento de la floración ya que entonces el fruto cae.

Tratados sobre el olivo en las culturas mediterráneas

Colmuela, en su Tratado de la Agricultura, dice: “de todos los árboles, es el que ocasiona menos gastos, aun cuando ocupa el primer lugar”, y multiplica los consejos para el cultivo. Plinio se refiere a una variedad de aceite que conserva la blancura de los dientes y que cura las encías enfermas.

En el más antiguo libro de cocina, que data de hace dos mil años, Apricio, en Re coquinaria, habla continuamente del aceite en España. Cantos al árbol sagrado, al árbol plateado, al árbol nutricio se encuentran por todas partes, tradición que se ha perpetuado a lo largo y ancho de las civilizaciones mediterráneas.